Cuba: la revoluci贸n congelada
Poco significa la farsa electoral mientras Ra煤l Castro conserva partido y ej茅rcito
Por Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol铆tica
Cuba, 1968. En Memorias del subdesarrollo, Tom谩s Guti茅rrez Alea dibuja un cuadro 谩cido de la Cuba revolucionaria. El protagonista parece una ilustraci贸n de La chinche de Maiakovski, emblema de la agon铆a inexorable del mundo burgu茅s. Pero no se limita a reflejar la propia crisis y la de su medio, sino que presenta una sociedad carente de vida propia, de sentido de la comunicaci贸n y por tanto dispuesta a aceptar que “alguien piense por ella”. Nada que ver con la imagen ut贸pica de la Revoluci贸n.
la reflexi贸n en off sobre las im谩genes de escaparates vac铆os: La Habana fue el Par铆s del Caribe; ahora es la Tegucigalpa del Caribe. Cuando Tit贸n presenta Memorias, Fidel apoya la invasi贸n sovi茅tica de Checoslovaquia, impone una socializaci贸n general del comercio y la censura a Padilla anuncia la represi贸n de la cultura. Su cine se aleja de la realidad cubana hasta 1993, con Fresa ychocolate.
Hacia 1980 abundaban en Mosc煤 chistes sobre la previsible desaparici贸n de Br茅zhnev. En uno, su secretario le despierta jubiloso: el comunismo toma el poder en Brasil. “¡Otra Cuba, no!”, exclama Br茅zhnev y muere. El profesor Mesa Lago demuestra que Cuba se mantuvo hasta 1989, gracias a la enorme ayuda sovi茅tica, 65.000 millones de d贸lares en treinta a帽os; faltando esta el PIB cay贸 un 50%. A partir de ese momento, la deriva haitiana result贸 inevitable, hasta que Ch谩vez volvi贸 a distribuir el man谩 en forma de petr贸leo: “Lo vendo a Cuba a precio bajo, y si no pueden pagar, que no paguen”, me explic贸 el l铆der venezolano durante su visita a Madrid. En t茅rminos econ贸micos, la cubana era una revoluci贸n subvencionada, por s铆 misma inviable en el marco del igualitarismo burocr谩tico.
Como en la gran hacienda del padre gallego en Oriente, una gesti贸n ejercida con mano de hierro se limitaba a asegurar la simple supervivencia de la poblaci贸n, reducida a mano de obra p茅simamente pagada. Con una mentalidad propia de sus or铆genes campesinos, Fidel odiaba el capitalismo, especialmente el comercio, y la noci贸n misma de bienestar. Por eso, tras cada fase de reformas ineludibles, impuso una rectificaci贸n antiecon贸mica, “revolucionaria”, desastrosa al faltar la ayuda exterior. El “eterno Baragu谩” daba mal de comer. As铆, una de las tres econom铆as m谩s ricas de Latinoam茅rica en 1960 se hundi贸 en el subdesarrollo, por positivas que fueran sus pol铆ticas educativa y social.
Castro es ante todo un comunista dispuesto a encarcelar y reprimir cuanto sea necesario
La protesta popular del maleconazo en 1994 y la tragedia de los balseros evidenciaron el callej贸n sin salida voluntarista. Se atribuye a Ra煤l la recuperaci贸n del principio de realidad, con apertura al capital exterior, la rendija hacia las actividades privadas y la dolarizaci贸n. As铆 que una vez alcanzada la sucesi贸n, su pragmatismo pareci贸 augurar la adhesi贸n a una v铆a vietnamita, pero Ra煤l es ante todo un comunista dispuesto a encarcelar y reprimir cuanto sea necesario. El mantenimiento del poder deviene prioridad absoluta. Por eso en los a帽os noventa fue edificada una aut茅ntica muralla frente a cualquier racionalizaci贸n. En 1989, con la ejecuci贸n/asesinato del general Arnaldo Ochoa, hab铆a sido conjurado el peligro de una alternativa de los h茅roes africanos. Como compensaci贸n, en la siguiente d茅cada, los militares obtendr谩n el control econ贸mico, convirti茅ndose en los principales beneficiarios del r茅gimen y en sus m谩s interesados defensores. Y ah铆 est谩n hoy. Versi贸n cubana muy eficaz de “la nueva clase”.
El olvido creciente de Cuba en la esfera internacional reforzar谩 la estabilidad. Razonablemente, Obama aminor贸 el embargo. El embajador de Espa帽a elogia a Fidel y a la Revoluci贸n: hoteles mandan. En uno de sus ejercicios de estrabismo pol铆tico, el papa Francisco se deja engatusar por Ra煤l, olvida a los sufridos dem贸cratas y cambia el texto de una homil铆a en La Habana para ensalzar “la pobreza” frente a “la mundanidad”. Los proyectos de dinamizaci贸n econ贸mica generan un impulso lastrado por la resistencia burocr谩tica. Y en el plano pol铆tico la m铆nima tolerancia en la comunicaci贸n no altera la condici贸n de una sociedad de vigilantes, sin espacio siquiera para las Damas de Blanco. Poco significa por ahora la farsa electoral del 19 de abril, mediante la cual D铆az-Canel ocupa formalmente el v茅rtice pol铆tico, mientras Ra煤l conserva partido y ej茅rcito. El pueblo cubano sigue obligado a que sus redentores piensen por 茅l.
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